jueves, 9 de abril de 2015

CLAVES PARA OPTIMIZAR NUESTRO RENDIMIENTO

   El estrés puede favorecer o perjudicar el rendimiento de las personas en tareas de distinto tipo a través del nivel de activación general. Este nivel de activación general se podría situar en un continuo que va desde un estado de máxima calma y relajación (activación muy baja) hasta un estado de máxima alerta, tensión y excitación (activación muy alta).

   Para controlar la activación, cada persona debe aprender a identificar los síntomas (sudor en las manos, sensación de agobio, tensión general...) y aprender a cuantificar el nivel de activación utilizando escalas subjetivas de 0-10 puntos. El único propósito es que la persona aprenda a discriminar con precisión entre distintos niveles de activación general, para poder controlar esta variable. El nivel de activación general influye en el rendimiento de las personas afectando a su funcionamiento físico y psicológico.

   Por lo tanto el nivel de activación óptimo es el que queremos conseguir, ya que es aquel que favorece el mejor funcionamiento físico y psicológico y el máximo rendimiento dentro de las posibilidades reales de cada persona.

   A continuación vamos a enumerar estrategias para aumentar la activación hasta conseguir el nivel óptimo:

  • Si el déficit de activación procede de una falta de interés, la estrategia sería aumentar la motivación, intentar encontrar algo atractivo en la tarea, buscar un objetivo inmediato que sea desafiante, elaborar un plan de actuación interesante, pensar en consecuencias positivas, etc...
  • Si las estrategias anteriores no funcionan, puede intentar provocarse a sí mismo estrés, pensando en consecuencias negativas que podría tener un bajo rendimiento, o en algo que le moleste y pueda hacerle activarse para rendir. Una vez en el nivel de activación óptimo, sustituya los pensamientos que le han ayudado a activarse por otros que propicien su motivación por el reto de la tarea y le ayude a mantener su activación en el nivel óptimo.
  • Si existe un exceso de confianza respecto al rendimiento en la tarea, también resultará apropiado provocar estrés recordando experiencias pasadas de fracaso, las dificultades de la tarea, etc... Y luego una vez alcanzado el nivel óptimo cambiar la estrategia por la motivación por rendir en las tareas a través de objetivos inmediatos y de planes de acción concretos.
  • Si el déficit de activación está vinculado a un estado de indefensión y depresión, no es conveniente en el sujeto se autoprovoque más estrés y tampoco que busque objetivos demasiado ambiciosos. La mejor opción es intentar encontrar algún objetivo que verdaderamente pueda controlar. Puede utilizar los autodiálogos "quizá pueda conseguir esto".
  • Si el déficit se relaciona con un estado de agotamiento, la mejor opción como en el caso anterior es que el sujeto acepte sus limitaciones y establezca un objetivo poco ambicioso que sea verdaderamente alcanzable. No es recomendable que se autoprovoque estrés ni que establezca objetivos demasiado ambiciosos que posteriormente tendrá dificultad en conseguir o lo hará a un precio demasiado alto.


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